Storia: Debajo de la cama (Sotto il Letto)

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“Dulces sueños, cariño”, dijo la madre de Dorotea. Apagó la luz y cerró la puerta.
Dorotea se sentía segura. Su almohada era suave y su edredón, grueso y cálido. Alrededor de su cama estaban sus juguetes favoritos: muchos tipos diferentes de aviones. Su sueño era convertirse en piloto.
Cerró los ojos, luego los abrió otra vez. Había escuchado un ruido debajo de su cama.
Ella no creía en monstruos. Así que se levantó de la cama y miró debajo. Allí había dos grandes ojos blancos que la miraban.
Dorotea dio un grito ahogado. El monstruo hizo un ruido como un chirrido y corrió hacia la ventana. Dorotea pudo verlo a la luz de la luna. Parecía una gran bola de pelo con dos ojos brillantes.
“No tengas miedo”, dijo Dorotea. “Soy una humana. ¿Qué eres tú?”
“No sé lo que soy”, dijo el monstruo. Tenía una voz aguda. “Vivo debajo de las camas. Todos me tienen miedo. Cuando alguien me descubre, tengo que buscar una nueva cama”.
“Puedes vivir debajo de mi cama”, dijo Dorotea. “¿Tienes hambre? ¿Qué comes?”
“Polvo, pelo, uñas…”
“¡Puaj!” Dorotea soltó una risita.
“Arañas, moscas”, continuó el monstruo, riéndose también. “Cochinillas, hormigas…”
“¡Para ya!” Dorotea se rio.
“¿Con quién estás hablando?” preguntó la madre de Dorotea.
“¡Estaba soñando!” gritó Dorotea. El monstruo y ella no podían parar de reír.
Veinte años después, Dorotea estaba relajada en su asiento. Hacía un día precioso. Había muchas nubes, pero Dorotea podía sentir el sol en la piel, porque estaba por encima de las nubes.
“Todos los sistemas funcionan con normalidad”, le dijo al copiloto. “Estamos en ruta y llegaremos puntuales”.
“No se han reportado tormentas”, dijo el copiloto. “Será un vuelo fácil y normal. ¡Dios mío, ¿qué es eso?!”
El monstruo de Dorotea había saltado a su regazo.
“¡Vuelve a mi bolso!” dijo Dorotea rápidamente.
“¡Pero te echo de menos!” chilló el monstruo.
“¡Fuera!” El monstruo saltó de nuevo dentro.
“¿Era un gato? ¡No puedes traer tu mascota a la cabina!”
“Te lo estás imaginando”, dijo Dorotea. “Yo no he visto nada”.
“Esto es muy serio”, dijo el copiloto. Llamó a la azafata principal, y ella entró en la cabina. “Por favor, mire en el bolso de Dorotea”.
Tan pronto como la azafata abrió el bolso, el monstruo saltó fuera. La azafata gritó, y el copiloto se levantó de su asiento. Intentó atrapar al monstruo, pero este rebotó por toda la cabina.
“¡Déjalo en paz!” gritó Dorotea.
La azafata intentó darle una patada, pero sin querer golpeó los controles de Dorotea. El avión aceleró.
“¡PARAD!” gritó Dorotea.
Agarró al monstruo y se lo puso en la cabeza.
“¡Idiotas!” gritó Dorotea. “¡Estáis atacando mi peluca!”
“¿Tu peluca?” gritó la azafata. “¡Pero estaba saltando!”
“¡Es una peluca elástica!” dijo Dorotea, pensando rápidamente. “Tiene una base de goma. Así se pega a mi cabeza”.
“¡Pero tú no necesitas una peluca!” dijo el copiloto. “¡Tienes mucho pelo!”
“Quiero cambiar mi peinado. ¿Necesito tu permiso acaso?”
El copiloto volvió a su asiento. La azafata volvió a ponerse el sombrero. Más tarde se preguntó: ¿La peluca de la piloto tenía ojos?
Cincuenta años después, Dorotea se metió en la cama y debajo de su cálido edredón. Leyó un libro durante un rato. Era uno de sus favoritos, sobre viajar por el mundo. Finalmente, dejó el libro. La casa estaba muy silenciosa.
“Buenas noches”, dijo.
Lentamente, el monstruo salió de debajo de la cama. Se sentó en su regazo. Todo su pelo era gris. Dorotea lo acarició.
“Dulces sueños, Dorotea”, dijo el monstruo con voz ronca. Volvió debajo de su cama, y Dorotea apagó la luz.