Geschichte: Dioses y gladiadores

Sprache Spanisch – Eine Geschichte für Spanischlernende, die Deutsch sprechen
Niveau B2 (4 von 6) – Mittelstufe (Selbstständig) Was ist das?

Leider ist diese Geschichte nicht auf Deutsch verfügbar.

Ich kann helfen, sie zu übersetzen.

Los gladiadores estaban preparados para luchar. Uno era un hombre grande y musculoso. El otro era flaco y bajo.

“Apuesto diez monedas de oro a que gana el hombretón”, dijo el amo de Lucía.

“¡No, amo!”, susurró Lucía.

El amo la abofeteó. “No me molestes cuando estoy apostando”, replicó bruscamente.

“Eres muy duro con tus esclavos”, dijo el amigo del amo.

“Así trabajan rápido. No como tus esclavos, que sonríen todo el día.”

Diez minutos después, la multitud aplaudía. El gladiador flaco estaba sangrando, pero salió corriendo de la arena.

“Mala suerte”, dijo el amigo del amo con simpatía.

El amo permaneció en silencio mientras entregaba las monedas a su amigo, una por una.

En casa, el amo agarró a Lucía. “Tú sabías qué gladiador iba a ganar. ¡Dime cómo!”

Dos días antes, a medianoche, el dios Apolo había visitado a Lucía. Le había ofrecido una opción: obtener la capacidad de ver el futuro, pero perder la capacidad de mentir. Así que tuvo que contarle todo a su amo.

“Usaré el don de Apolo para complacerte”, dijo ella. “Es lo único que deseo.”

“Si lo usas para ayudar a cualquier otro, Lucía”, dijo el amo, “te mataré. ¿Entendido?”

Una semana después, el amo volvió a encontrarse con su amigo. “Hoy juguemos por veinte monedas de oro”, dijo el amo. “Apuesto por el tipo gordo.”

Lucía tosió con fuerza.

“En realidad, prefiero al alto”, dijo el amo. “Se parece a mí.”

“Está bien”, dijo su amigo, “pero ¿qué le pasó a tu esclava? ¡Está llena de moratones!”

“Eso no es asunto tuyo”, replicó bruscamente el amo. “¿Quieres jugar?” Se dieron la mano.

Tras una lucha horrible, el amo se rio de su amigo. “Deberías perder más a menudo”, dijo el amo. “¡Me caes mejor cuando pierdes!”

Durante los meses siguientes, la riqueza del amo se duplicó y triplicó. Y aunque podía ganar en cualquier lugar, lo que más disfrutaba era ganar contra su amigo. Cada semana, insistía en subir la apuesta. Poco a poco, su amigo perdió una fortuna.

Una noche, durante un banquete en casa del amo, Lucía le ofreció un gran plato lleno de exquisiteces que ella misma había preparado.

“¿Qué es esto?”, preguntó él.

“Albaricoques guisados, pan recién horneado, aceitunas rellenas…”

El amo la abofeteó. “No estoy ciego. ¿Para qué es este cuchillo? Ahora soy un hombre importante. ¿Pretendes que corte yo mismo el pan?”

La empujó, y ella tropezó. El plato cayó al suelo. Lucía se golpeó la cabeza contra el suelo.

En ese momento, la puerta se abrió bruscamente. El amigo del amo entró corriendo en la habitación.

“¡Tramposo!”, gritó el amigo. “Creía que tenías suerte, ¡pero no tienes honor!”

El amo se levantó. “¡Tú no estabas invitado! ¿Cómo te atreves a insultarme delante de mis invitados?”

“De hecho, he venido a apostar contigo. ¿Quieres jugar? Si gano, tomaré lo que me debes. Si ganas tú, te quedarás con mi casa, todo lo que hay en ella y el resto de mi dinero.”

Los ojos del amo se abrieron como platos. “¿Y el juego?”

“¡Lucha conmigo hasta la muerte! ¡Ahora mismo! Los dioses protegerán al hombre que tenga más honor.”

El amo se rio con fuerza. Su amigo era más pequeño, más débil y mucho mayor.

“Lucía, ven aquí”, dijo el amo.

Lucía acudió rápidamente. Tenía la oreja sangrando.

“Lo mataré rápidamente, ¿verdad?”, susurró él.

Lucía miró al amigo de su amo. El amigo la miró a ella. Vio que estaba sangrando. Sus ojos estaban llenos de compasión.

Lucía vio lo que iba a pasar.

“Cómo se atreve a insultarte”, dijo ella con cuidado. “La lucha durará menos de un minuto… Después… todos felicitarán a mi amo. Lo llamarán un hombre de honor. Y mañana, yo sonreiré todo el día.”